TEXTOS
La selección de textos que aparece a continuación tiene diferentes naturalezas; el primero Entender, escrito por Paola de Diego trata sobre la dirección y creación de el lugar y el mito; el segundo, Amoroso proceder, es el artículo escrito por María Sánchez para el programa de mano del proyecto. El tercer texto es un fragmento que pertenece a El engaño, el tercer movimiento de la obra. El cuarto texto son preguntas extraídas de los personajes femeninos que rodean el universo dramático clásico del mito de Don Juan, que fueron disparaderos para crear parte de la dramaturgia global de este dispositivo.
Entender. Don Juan me persigue. Me persigue desde hace años. No sé si lograré entender por qué, ¿por qué ese empeño en aparecer en mi camino una y otra vez? ¡Si no le quiero cerca, ni de mí, ni de nadie! Es una figura incómoda que no logro salvar ni justificar, que no alcanzo a entender por qué supone tal fascinación mantenida siglo a siglo.
Ahora tenemos la suerte de ser, estar y formar parte de una sociedad que avanza hacia un lugar más amable con todos los cuerpos, vengan de donde sea, vivan como necesiten, sean como sienten, dejando de habitar el miedo a mostrarse como son, a revelarse sin interceder en otros cuerpos… Entonces, entendiendo la diferencia como atributo y como riqueza cultural, ¿para qué convocar de nuevo a este personaje? Impune, protegido por su privilegio, por su marco social, por ser un mero hombre que arrasa por donde pasa, que incide en los cuerpos de las mujeres sin consecuencias. ¿Qué sentido tiene traer, una vez más, a este burlador a ser protagonista de nuestro tiempo, de nuestras vidas?
[Aparquemos el enfado que comienza a teñir estas palabras].
Tratando de responder estas preguntas, he encontrado caminos que han hecho posible hacer un retrato desde el negativo. El negativo entendido como ese espacio que queda alrededor del personaje, el entorno y los cuerpos que no se cuentan una vez han sido arrasados, como todos esos árboles que sucumben al incendio y resurgen tiempo después de sus propias cenizas. Entender, pararse a observar y estudiar en profundidad este fenómeno para poder empezar de nuevo. Traigo aquí estas palabras de Estrella de Diego: Es necesario empezar el relato de cero. O empezar el relato, no de cero, sino buscando todos esos huecos que estaban en el relato y que nos los hemos olvidado. Esos huecos, esos silencios que estuvieron, pero que de alguna forma los olvidaron. Los olvidamos.
En paralelo apareció, como el brote de una semilla que llevaba años instalada en un lugar muy profundo de mi cuerpo, la necesidad de investigar sobre la naturaleza y sus procederes: sistemas, ecosistemas e interacción humana.
Observar la devastación, la explotación de recursos naturales para nuestra comodidad, la desconexión de los procesos naturales favorecidos por la ciudad, el capricho con el que decidimos qué planta y qué árbol (y con qué tamaño y forma) queremos encontrarnos cada día en el parque o el jardín de enfrente… Desproveemos a la naturaleza de su espacio, la desplazamos, la explotamos y la empobrecemos. Y, aun así, en los resquicios de la arquitectura urbana, los hierbajos siempre brotan, buscando cualquier acceso de conexión entre la tierra y el aire. La naturaleza se asoma a la superficie, se hace visible para que no nos olvidemos de que permanece, debajo y encima de todo lo urbano, aunque no cese este empeño por aplastarla, cercarla, controlarla y manejarla a nuestro antojo.
El lugar y el mito plantea un trenzado entre la naturaleza y el Don Juan creando un relato nuevo abordado desde la plástica escénica como inicio. Partir del espacio, de una instalación y posibilitar un diálogo con el sonido, la música, la iluminación, el audiovisual, la palabra, el cuerpo y el movimiento. Un espacio para construir narrativas desde miradas plurales sobre un mismo tema. Un diálogo abierto para quien mira haciendo y para quien hace mirando.
¿La invitación? Dejarse estar en el paisaje de este ecosistema imposible como experiencia. Para ello, un espacio fragmentado por el tiempo, una pieza de cuatro movimientos que parte de lo sostenido, de lo pausado, para contemplar y detenerse en cada elemento de este nuevo dispositivo. Desde las hojas que crecen, a los cuerpos que lo invaden. Desde el sonido y el silencio, a las palabras que brotan sobre el paisaje. Como apunta Paul Valéry ¿He venido a instruirme, o a buscar algo que me encante, o bien a cumplir con un deber y satisfacer las apariencias?
Paola de Diego
Amoroso proceder. ¿Dónde nos encontramos? ¿Quiénes somos como espectadores? ¿Qué buscamos? ¿Qué se prende cuando se cierra el telón? ¿Qué queda dentro de nosotros una vez que acaba el espectáculo? Fue el dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht quién contaba que es el teatro el lugar donde no se dan juicios, conclusiones y respuestas, sino donde se plantean las preguntas. Y puede que sean las preguntas que surgen una y otra vez las que nunca dejen de darle forma, las que hagan de él un espacio único y maleable, recién hecho, un artefacto que nunca deja de crecer, romperse y reinventarse. Una voz sentencia en El Burlador de Sevilla: “También es camino este”. No dejan de ser estos lugares y mitos que aquí se presentan una nueva senda llena de palabras, seres y organismos, pero que conllevan, a su vez, nuevas preguntas. Somos los espectadores, en este punto, parte de un engranaje vivo, universal, que nunca, nunca se detiene. ¿Sin nuestros cuerpos sería posible la obra? ¿el paisaje? ¿la voz? ¿la misma palabra escrita y contada? Materia atravesada somos, y como Don Juan, incluso, más allá de los límites de la representación, formamos parte de linajes y sistemas que seducen, manipulan, extraen, contaminan, mancillan, toquetean, engañan y transforman. Quizás llegó la hora de cuestionar lo establecido y dejarse llevar sin miedo por entablar nuevas conversaciones fuera del centro, del poder, del mismo escenario. Una y otra vez regresamos a las historias antiguas, estamos sedientos, deseosos de nuevos futuros, de otras posibilidades. Ahora nos rehacemos sin reparo, queremos sacar los textos de nuevo, repensarlos desde otros lados, en los cuales podamos sin miedo romper jerarquías, lógicas y relatos construidos sobre los mismos cimientos antropocéntricos, extractivistas, coloniales y occidentales. Futuros sorprendentes nos aguardan si aceptamos la invitación a estos nuevos ejercicios de atención que nos sacuden, que nos interpelan a nuevos procesos y diálogos constantes desde otros vértices y comienzos. Tal vez no hay mejor sitio para ello que el teatro: un espacio de encuentro, pero a la vez colisión, donde las grietas tras la fractura también pueden albergar – no solo a nosotros- nuevas costumbres, dinámicas, cuerpos y relatos. Es la interrogación, la simple duda, un campo que se abre y no limita ni impone, un halo de luz desde el que podemos repensar el territorio no desde la dominación, el saqueo o la propiedad, -aquí no vale un nosotros imponente desde fuera y desde arriba-, sino un todo, una mixtura sin distinción en el que podamos jugar y temblar, en el que podamos inclinarnos, contemplar, elegir, abrirnos a ser rama, canto, germen, micelio, espora, vuelo, oruga, musgo o raíz. También los vínculos, las conversaciones y los afectos se encuentran llenos de prejuicios y jerarquías, y por mucho que nos pese, no dejamos de ser, sin remedio, las historias que nos contamos. Inconscientemente, muchas veces sin quererlo, en algún momento o circunstancia hemos sido don juanes para otros, somos parte de un conglomerado que atraviesa territorios y cuerpos como el personaje, que, a través de la seducción, trucos, palabrerías y engaños, depreda y caza los honores de toda mujer a la que termina reduciendo a simple objeto y capricho bajo las falsas promesas del amor eterno y el compromiso. Vivimos, sobrevivimos, habitamos muchos parajes que han sido convertidos en zonas de sacrificio por la producción y el beneficio, y también, aunque nos sorprenda, por la belleza. A través de ella, y por alcanzarla, contemplando solo el fin, hemos transformado y maltratado cuerpos, recursos, seres, paisaje. En estas tablas no son solo actores y actrices los que realizan su función, nos reciben diferentes especies vegetales, naturales y artificiales abrazando plástica, texto, movimiento y representación, cuestionando los paisajes asimilados y preconcebidos. Nunca podríamos encontrarlas conviviendo juntas, afuera, en este estrato en el que hoy vivimos, pero, ¿no somos nosotros acaso esa especie que no termina de llenar los ecosistemas de especies invasoras, diálogos y amantes? Esta disposición podría ser faro, luciérnaga que nos invita, un primer paso para rebelarnos contra el silencio, lo establecido y la domesticación. Y no vale fuimos, sino somos, el porvenir se hace a base de latidos y dudas, con los gestos de aquellos y aquellas que hicieron posible un ayer. Nos toca a otras usar otros ritmos, otras brújulas, despojarnos del miedo y la vergüenza, habitar una nueva casa viva, hecha de otros y otras, donde no convivan recelos ni espantos por mostrar los silencios, los rotos y zurcidos, los titubeos y las fragilidades. De vulnerabilidad e interdependencia estamos hechos e irremediablemente unidos, por mucho que le pese a aquellos que orbitan alrededor de un sistema que hoy nos deshonra y maltrata. Y aquí vuelve el mito: convirtámonos en salamandras, más bien en toda la ficción que las envuelve y que hoy puede articularlas de nuevo en estos tiempos de emergencia climática y pandemias. Contaba la creencia que estos anfibios pueden resistir al fuego. Ellas representaban renacimiento y pasión, la asombrosa capacidad de resistir ante las llamas. En esa resistencia tal vez pueda hallarse una nueva forma de pensar y vivir los espacios, otro modo de esperar sin urgencias todas las palabras y pensamientos que quedan aún por brotar. Para que haya un futuro tiene que haber un ayer, entre ellos se tejen a su vez los fantasmas que un día atormentaron al burlador y en los que nos convertiremos un mañana. En el nacimiento de toda obra, palabra, voz, gesto y acción, hay posibilidad de nuevas partículas, ideas con las que podremos elaborar otros textos, otras vidas, otros movimientos, transformarnos así en semillas que germinen entre nuevos senderos y relatos fuera de expolios y centros. Podría ser este proyecto de Paola de Diego, que comienza a crecer ya aquí, entre estas palabras, un amoroso proceder, una nueva deriva, un rehacer sin prisa, entre cuidados, vínculos y afectos, un dibujo que comienza a trazarse, que contemple en el agua el reflejo de lo que un día cualquiera nos gustaría ser. Otros espacios podrán surgir si damos cobijo a otras palabras y presencias, por ejemplo, a un árbol, en un lugar como es este. El teatro, casa única- para vivos y muertos- alberga cada día una multitud diferente llena de multitudes que conversan y reciben mañanas e historias que también son posibles en las palmas de sus manos.
María Sánchez
FRAGMENTO DE EL ENGAÑO para EL LUGAR Y EL MITO Dramaturgia: Luna Miguel, Luis Sorolla y Paola de Diego
LUNA. - Imagen:
Un trozo de piel.
¿O una flor?
O un pequeño rasguño
LUIS. - ¿Cuántas palabras similares soy capaz encadenar para no comprometerme con una, para no concretar una imagen demasiado definitiva?
LUNA. - Imagen: Un trozo de cabello.
Te engañé.
No estaba aquí.
Imagen:
Besaré el musgo.
LUIS. - Cualquier cosa con tal de no hilar tres sentimientos auténticos consecutivos frente a ti.
LUNA. - Imagen: no tengo imaginación.
LUIS. - La herida.
LUNA. - Imagen: no tengo aliento.
LUIS. - La herida que brilla.
LUNA. - Imagen: no tengo saliva.
LUIS. - La herida que te escribe.
LUNA. -Imagen: no tengo pestañas.
LUIS. - Es agotador vivir en la herida…
LUNA. - Imagen: no imagino.
LUIS. -…mantenerla limpia pero abierta para que saque belleza.
LUNA. - Imagen:
LUIS. - El engaño de que estamos mal.
LUNA. - Imagen:
LUIS. - Para lo que sea…
LUNA. - Imagen: no te tengo.
LUIS. - …para sentir belleza a través de la herida.
LUNA. - Imagen: no me tienes.
LUIS. - Estamos bien.
LUNA. - Imagen: no me tientes.
LUIS. - Estamos bien.
LUNA. - Imagen: no me trastoques.
LUIS. - Estamos bien.
LUNA. - Imagen: no me toques.
LUIS. - Escóndelo, escóndeme, y estaré escrito pero escondido. Oculto, que es otra forma de engaño. Oculto bajo montañas de puntos suspensivos que hablan de la posibilidad de hablar para que nunca hablemos.
LAS PREGUNTAS DEL MITO
ISABELA
¿Serán verdades
promesas y ofrecimientos,
regalos y cumplimientos,
voluntades y amistades?
TISBEA
¿Quién eres, hombre?
Hombre, ¿qué tienes?
¿Quién es este caballero?
¿Cómo se llama?
¿Tan helado os abrasáis?
DOÑA ANA
¿No hay quien mate este traidor
homicida de mi honor?
AMINTA
¿En mi aposento a estas horas?
¿Con qué poder?
¿Que no me engañas?